viernes, 18 de diciembre de 2009

Infamias

Llevaba días repasando los poemas de Miguel Hernández, televisión apagada y ordenador ausente. (Más ausente del mundo que ella misma).

A veces, no hay películas, porque todas están al mismo tiempo. A veces, no hay canciones, porque de todas se beben los recuerdos.



Se pidió un bourbon en la barra de aquel pub inglés, "¿me da un cigarrillo?, por favor" . Tumbado sobre un aguado chupito de Habana 7, él. Nunca han sido fáciles las conversaciones más allá de las tres de la mañana, se vuelven enrevesadas y torpemente sinceras. No había cigarros, "no fumo, lo siento. Pero puedo invitarte a esa copa".

En las noches de niebla, Marion añoraba su olvidado Londres , su luz opaca y sus imponentes sombras. En las noches sin luna, cuando no se sabía qué iluminaba los rostros.

Reinan los ausentes en el mundo de los resignados, son dueños de todo, capaces de controlar lo ajeno y lo abstracto. Ella no se resignó, se quedó en la puerta y espero a que se cerrara sola, por efecto del viento y su oportuna contracorriente.