domingo, 19 de diciembre de 2010

Sin retórica

Jugueteando con una pluma se empeñaba en disimular el temblor de sus manos. Podía oír a la gente desde la parte de atrás del escenario, los murmullos, las risas, la impaciencia de quien espera sensaciones fuertes y se niega a demorarlas más.
Vestido negro, moño años 50, y un remolino de locura desde los pies hasta las uñas rojas de sus manos.

Los aplausos tras oír su nombre antecedían el esperado momento, ella salió y sonriendo, paso lento, observándolo todo, se acercó al atril y posó los papeles que contenían las palabras precisas.

Se despertó aturdida, tapándose del sol que entraba impertinente por la ventana. Aun podía escuchar los aplausos dentro de su cabeza, pero lamentó no llevar puesto aquel maravilloso vestido negro.

-------------------------------------------------------------------------------
Regálame minutos de silencio,
concédeme un discurso sin aplausos.



jueves, 21 de octubre de 2010

observo y aprendo

Ella podría ser un personaje de Kiarostami. Misteriosa, anhelada y con la melancolía protegida por tres capas de delicado lino francés.

No hace falta mirar por el objetivo para sentirse espía, probablemente ella olvidara su corazón abierto en un alarde de ingenuidad provocada.

(Nunca estuve en un parque tan real como este, todos los demás parecen presumir de una irrealidad buscada que acaba por hacerme sentir incómoda. Esta vez no es así. Los árboles hacen sombra pero no oscurecen, y siempre hay un hueco en los bancos al sol).

Hace que lee pero la historia no está en esas páginas, está en su cabeza. Puedo notar vibrar sus emociones, es incapaz de contener la progresiva intensidad de la respiración.



Él, en cambio, se sienta a su lado con la elegancia propia de un caballero del cine de Chabrol. Finge distinción con un cigarrillo entre los labios y arquea las cejas observándolo todo. Sombrero de ala media, marrón y desgastado por los versos del tiempo.

A penas se rozan, ella demasiado absorta en ninguna parte y él demasiado lleno de las vida de otros.


Oscurece, ya no hay sombras ni claros, el parque es como un manto homogéneo de colores neutros. Entonces, en silencio, intuyo por los gestos que les envuelve un beso.









jueves, 5 de agosto de 2010

Surrealismo a la milanesa

"Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada...".

Dice así el primer verso de "Los sonetos de la muerte" de Gabriela Mistral. Al leerlo en voz alta ella nota la cadencia en sus labios, armonía de palabras repletas de melancolía. Se mueve al ritmo del "baile de la Victoria" y decide no cerrar los ojos nunca más. Detrás de la montaña se esconde el río, por dónde todo pasa al compás de una corriente que serpentea cada recoveco del paisaje.

- Tienes las manos heladas, ¿qué te pasa?
- Hace mucho que nadie me dice eso...
- Realmente heladas...
- Hace mucho que nadie me coge la mano al caminar.


Un perfume osado no cesa en el intento de conquistar su cuello, pero sigue oliendo a ella, a regalos y sonrisas, a amaneceres llenos de lunas incansables.

Reescribiendo en el cuaderno negro, encima de poemas que pretendieron ser eternos, hay suficientes líneas para conquistar otro sueño, similar pero absolutamente distinto.


jueves, 1 de julio de 2010

mirando fijamente

Torció el gesto exactamente tres veces, las suficientes para que ella se pusiera las gafas de sol y prefiriera obviar la discusión. La mujer que ahora escondía las lágrimas había insistido mucho un año antes para que se compraran aquel descapotable rojo. Hoy, lo aborrecía, quizá porque soñaba cada noche con todas las faldas que él habría subido en el asiento trasero del deseado Mustang.

Dos cinzano rosso parecían marchitarse en la pequeña mesita orientada a la playa, al igual que el atardecer las bebidas se tornaban espesas y solitarias.


Ella condujo la segunda parte del viaje, él puso la canción que en otras largas noches intimidó a la luna. No se echaron de menos las palabras, iban hacia aquella playa y siempre habría tiempo para otros dos vermouth, del color que fueran. Entonces, él acarició su pierna y ella le cogió la mano.








martes, 15 de junio de 2010

y ya... 9 primaveras

Ha sido un embarazo, una larga e intensa incubadora capaz rebosar momentos apasionantes pero que también posee la virtud de abrirme los ojos.
Nueve meses más tarde, Te Quiero, como aquella noche en la que no hizo falta la luna, en la que la lluvia quiso arroparlo todo. (Supe que te iba a querer desde la primera vez que nos miramos).
Los horizontes son nuestros, como lo son los puertos donde nos esperan mil barcos con los que navegar, el viento sopla a nuestro favor, adelante...





A veces Katherine va a la playa a pensar, no lo hace como todas las demás, que creen superiores sus reflexiones y fuman interesantes observando con la mirada perdida el horizonte. Ella huele el mar, lo huele intensamente y entra en un éxtasis que probablemente las otras damas nunca llegarán a saborear. Después cierra los ojos y besa a Marlon Brando, y con los labios rojos y el corazón dispuesto, comienza a caminar, aun sin abrir los ojos, por la orilla. Cree suspenderse en el aire, y de puntillas, fantasea con alcanzar el viento que transporta el olor evocador de sueños.



Las demás la observan, juzgan con sus miradas porque no comprenden. La impotencia del que jamás sentirá de esa forma, del que no conoce esos modos.




De puntillas...



de puntillas, te beso.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Descomponiendo verdades

Luna en cuarto creciente, alguien ha intentado alcanzarla ya tres veces desde algún balcón perdido por los tejados de Madrid.

Los cínicos siempre usan guante blanco, con él esconden las verdades que roban tras presumir de la pureza de su blancura. Peo esta noche incluso ellos muestran sus manos.

No hay antifaces tampoco esta noche, si quieres ponte dos estrellas en los ojos, dicen que ayudan a soplarle al miedo y enviarlo lejos.

Recomiendan también (en noches como esta) respirar profundamente para notar la realidad que recorre el cuerpo, pensemos que estamos dentro de un Fado de Amália Rodrígues.


Justo en ese preciso instante, en el que la música lo inunda todo, la luna se vuelve naranja y baja a la altura del balcón para ser acariciada como se merece.




Esta noche, manda ella, misteriosa y cambiante, observadora inconstante de reflexiones ajenas.

viernes, 7 de mayo de 2010

escenas

No estaban dentro de una película de Kim Ki-duk pero hubieran jurado que así era por la capacidad mágica de la fotografía y la facilidad para obviar las palabras.

"Mírame, estamos los dos solos y a penas nos sentimos" habló el silencio de ella. Sus labios rojos insistían sin moverse: "noto que mi olor te está poniendo nervioso, lo sé porque te muerdes los labios con la misma sensualidad que lo hacías entonces".
No acercó sus manos blancas y frías, se limitó a soplarle al oído. Pero rogó con sus ojos que volviera a silbarle aquel blues que un día le habló de sueños y hoy ahogaba sus gritos en melancolía.

Niño de los ojos tristes y el corazón oxidado, su silencio sentencia y la sirena sonríe. Una vez más se abstrae de la atmósfera que se vuelve densa y confusa al impregnarse de él.
Sopla el viento, aquel que lo envuelve todo. No hay suficiente oxígeno para tanto bosque. Su mirada la busca por fin, y ella, ajena a todo, silba aquella canción que nunca logra convertirse en banda sonora.

sábado, 3 de abril de 2010

Vacía- Vacío

Nunca pensé identificarme con Rick, yo siempre fui Ilsa.
Pero es que a veces huimos de los personajes por miedo a parecernos a ellos. Lo que hace la entropía, hoy soy más Bogart que nunca y me falta un Café pero me sobra historia.

Seguimos sin brújula el rumbo de nuestros pasos, inquietos e ilusionados. No negué el riesgo, ni lo niego ahora, cuando ya no hace falta llamarnos "valientes". No hay retórica, ya no... porque abandonamos a su suerte en un puerto a las palabras, y ahora se las han llevado las olas para guardarlas siempre.

También rechazo el rencor, porque me siguen faltando instantes para abrazarte. Empaparme de ti en esa eternidad paralela que es más real que la propia realidad. Tú hablabas de "pureza" ayer, me sellé a tu boca porque no puedo estar más de acuerdo.

Cuestión de balanzas, de correlación de fuerzas: de necesidad, estructura, funcionalidad, capacidad, inseguridad, miedo, estabilidad, cariño, culpa, respeto, admiración, responsabilidad... y un largo ejército de tanques que se dirigieron firmes contra un cuerpo desnudo, no por fragilidad sino por transparencia. Creo que no hace falta narrar el final del cuento.

Hay tres cosas en las que creo: la lucha social, el cine y el amor. En la primera creo con convicción, en la segunda creo con obsesión y en la tercera CREO... más que nunca. Porque he volado hasta desgastar mis alas.




Discúlpeme Casablanca por hablar hoy de mi, prometo dejar el egocentrismo a un lado cuando no me invada la tristeza.






miércoles, 3 de marzo de 2010

Dry Martini

Malena nunca llegó a sonreír del todo, como Lauren Bacall.
Soplaba poniente en el mirador y los cigarrillos compulsivos eran el único placebo que llevarse a la boca. Hacía 1001 noches que en aquel lugar, bajo el mismo viento, se habían comido a besos.

A Malena le temblaban las manos como a Norma Jean.
Diez libros de poesía y tres de prosa, entre sus manos un cuaderno en blanco. Reconocía el miedo a las posibles palabras, sola ante el peligro de hacer eternos los volátiles pensamientos.


En el viejo tocadiscos de la casa de la playa: "Don't let the sun catch you crying" del maestro Ray Charles, y un dry martini sostenido por finas uñas rojas. Hace tiempo que no toca el piano y casi se ha olvidado de su voz cantando soul.









miércoles, 13 de enero de 2010

psicotrópicos


Aquel cielo estrellado era más bonito que el que había visto en las películas. Un buen plano no siempre mejora la visión parcial a la que nos acostumbra la realidad. Fue mágico desde el principio, porque no hubo "porqués", nadie se atrevió a discutir que aquel astro incandescente era Venus.
Soplaba esa brisa del final del verano, disfrutábamos del último aroma a sol, descanso y mar. Y soñamos ansiosos con vernos reflejados en otros espejos. Quizá la luna no tuviera suficiente luz aquella noche.
No medimos las palabras, porque no hacía falta, también sabían hablar los silencios. Como tantas otras veces a partir de entonces.


Bajo la misma luna, nos delatamos con besos otras noches... no hicieron falta estrellas porque les habíamos robado su luz. Y desde entonces, busco aquel olor en todos los cielos que embriagó por completo la primera vez, el primer puerto, la primera estación.


Entiéndeme, hoy sólo pienso en ti. Quizá sea el exceso de películas de amor.