miércoles, 19 de mayo de 2010

Descomponiendo verdades

Luna en cuarto creciente, alguien ha intentado alcanzarla ya tres veces desde algún balcón perdido por los tejados de Madrid.

Los cínicos siempre usan guante blanco, con él esconden las verdades que roban tras presumir de la pureza de su blancura. Peo esta noche incluso ellos muestran sus manos.

No hay antifaces tampoco esta noche, si quieres ponte dos estrellas en los ojos, dicen que ayudan a soplarle al miedo y enviarlo lejos.

Recomiendan también (en noches como esta) respirar profundamente para notar la realidad que recorre el cuerpo, pensemos que estamos dentro de un Fado de Amália Rodrígues.


Justo en ese preciso instante, en el que la música lo inunda todo, la luna se vuelve naranja y baja a la altura del balcón para ser acariciada como se merece.




Esta noche, manda ella, misteriosa y cambiante, observadora inconstante de reflexiones ajenas.

viernes, 7 de mayo de 2010

escenas

No estaban dentro de una película de Kim Ki-duk pero hubieran jurado que así era por la capacidad mágica de la fotografía y la facilidad para obviar las palabras.

"Mírame, estamos los dos solos y a penas nos sentimos" habló el silencio de ella. Sus labios rojos insistían sin moverse: "noto que mi olor te está poniendo nervioso, lo sé porque te muerdes los labios con la misma sensualidad que lo hacías entonces".
No acercó sus manos blancas y frías, se limitó a soplarle al oído. Pero rogó con sus ojos que volviera a silbarle aquel blues que un día le habló de sueños y hoy ahogaba sus gritos en melancolía.

Niño de los ojos tristes y el corazón oxidado, su silencio sentencia y la sirena sonríe. Una vez más se abstrae de la atmósfera que se vuelve densa y confusa al impregnarse de él.
Sopla el viento, aquel que lo envuelve todo. No hay suficiente oxígeno para tanto bosque. Su mirada la busca por fin, y ella, ajena a todo, silba aquella canción que nunca logra convertirse en banda sonora.