jueves, 5 de agosto de 2010

Surrealismo a la milanesa

"Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada...".

Dice así el primer verso de "Los sonetos de la muerte" de Gabriela Mistral. Al leerlo en voz alta ella nota la cadencia en sus labios, armonía de palabras repletas de melancolía. Se mueve al ritmo del "baile de la Victoria" y decide no cerrar los ojos nunca más. Detrás de la montaña se esconde el río, por dónde todo pasa al compás de una corriente que serpentea cada recoveco del paisaje.

- Tienes las manos heladas, ¿qué te pasa?
- Hace mucho que nadie me dice eso...
- Realmente heladas...
- Hace mucho que nadie me coge la mano al caminar.


Un perfume osado no cesa en el intento de conquistar su cuello, pero sigue oliendo a ella, a regalos y sonrisas, a amaneceres llenos de lunas incansables.

Reescribiendo en el cuaderno negro, encima de poemas que pretendieron ser eternos, hay suficientes líneas para conquistar otro sueño, similar pero absolutamente distinto.


5 comentarios:

  1. No dejes de escribir. Yo no lo haré. Quizás futuro punto de conexión, pero espero que no el único. Tómate tu tiempo, pero no desaparezcas. No quiero que eso pase.

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  2. No lo haré, más que nada porque me es imposible dejarlo. Al final siempre vuelvo a caer, es la peor de las drogas. Tú tampoco dejes que tus palabras vuelen, las quiero aquí accesibles para mí.

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  3. Me agrego a los dichos de Liar. Y te entiendo perfectamente Ilsa, se intenta dejarlo, pero siempre se cae en la adicción del negro sobre blanco.

    Gracias por volver de vez en cuando a mi aldea. Aún no estoy listo para volver, pero sabemos que lo haré.

    Con devoción,

    Vocero

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    1. Es la sensación del camino solitario cuando las manos se hielan,añoranza.

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